Anisoptera.

     Los anisópteros (Anisoptera, del griego anisos, "desigual" y pteros, "alas") son uno de los dos subórdenes clásicos del orden Odonata. Se conocen con el nombre común de libélulas, aunque este término, un tanto vago, suele usarse también en un sentido más amplio para designar a todos los odonatos.
Son paleópteros, es decir, insectos que no pueden plegar las alas sobre el abdomen. Se caracterizan por sus grandes ojos multifacetados, dos pares de fuertes alas transparentes y abdomen alargado. Se alimentan de mosquitos y otros pequeños insectos como moscas, abejas, mariposas y polillas.
Su hábitat natural se encuentra en las cercanías de lagos, charcos, ríos y tierras pantanosas, ya que sus ninfas son acuáticas. Las libélulas no pican a los seres humanos, y son valiosas como depredadores controlando las poblaciones de insectos como los mosquitos y las moscas (que son transmisores de enfermedades como el dengue y la gastroenteritis).
El cuerpo frágil y las alas largas y delgadas hacen de la libélula uno de los insectos más veloces. A diferencia de la mayoría de los insectos, éstas pueden batir sus alas anteriores y posteriores de forma simultánea o alternada en diferentes fases del vuelo, lo que resulta, respectivamente, en una mayor potencia con mayor coste energético, al despegar, y en una potencia y coste menor, durante el vuelo.
Poseen una vista excelente, gracias a la peculiar estructura de sus ojos: alrededor de 30.000 facetas dispuestas de tal forma que le permiten aproximadamente 360º de campo visual. Estos ojos multifacetados, por lo general, se juntan en la parte posterior de la cabeza y le permiten ver a su presa desde una distancia de hasta 12m. La libélula no puede caminar por la posición frontal de las patas, pero la forma de "canasto" de éstas le permite atrapar a su presa.

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